Cuando una persona atraviesa una crisis emocional vivencia una situación que sobrepasa su capacidad de respuesta y de adaptación ante un evento crítico (como un accidente, un fallecimiento o una pérdida). Para poder responder asertivamente frente a una crisis emocional y brindar ayuda a quien la necesite, resulta fundamental tener en cuenta algunos aspectos básicos.
Como lo señala la Asociación Americana de Psicología (APA), los problemas de salud mental que no reciben una intervención temprana y adecuada pueden desencadenar consecuencias críticas. Muchas veces las personas que padecen crisis emocionales no son capaces de buscar ayuda por sí mismas.
Es importante que aprendamos sobre cómo manejarnos cuando una persona padece una crisis emocional para brindarle asistencia y poder acompañarla. Para ello resulta indispensable reconocer algunas señales claves.
Indicios de una crisis emocional
Según la APA, uno de los signos más comunes de crisis emocional es un cambio de comportamiento claro y brusco. Algunos ejemplos incluyen:
- Descuido de la higiene personal.
- Cambio dramático en los hábitos de sueño (como dormir más a menudo o no dormir bien).
- Aumento o pérdida de peso.
- Disminución del rendimiento en el trabajo o la escuela.
- Cambios pronunciados en el estado de ánimo, como irritabilidad, enojo, ansiedad o tristeza.
- Abandono de actividades y relaciones rutinarias.
Algunas veces, estos cambios se producen de manera repentina, aunque por lo general los cambios de comportamiento se producen gradualmente. Por esta razón, resulta fundamental registrar las manifestaciones que la persona ha tenido en los últimos meses. Para esto resulta fundamental trabajar nuestra conciencia emocional e inteligencia emocional.
Siempre es mejor intervenir a tiempo, antes de que la angustia emocional se convierta en una situación de emergencia.
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¿Qué hacer frente a una crisis emocional?
Escucha atenta: escuchar detenidamente a la persona, sin dar consejos ni juzgar.- Ayudar a la persona a expresarse: preguntarle cómo se siente. Es importante poder verificar si la vida de la persona se encuentra en peligro. En estos casos, se puede recurrir a preguntas directas sobre si ha pensado en dañarse a sí misma o a alguien más.
- Establecer prioridades: guiar a la persona hacia pasos que le permitan sentirse acompañada. Sugerir llamar a un amigo o familiar, como también buscar ayuda profesional.
- Acercar a la persona a fuentes de salud y apoyo: si la persona necesita dirigirse a un hospital o centro de salud ofrecer acompañar en el trayecto, brindar números útiles y contactarse con personas cercanas para que realicen un seguimiento del proceso.
- Mantenerse en contacto: una vez superada la situación de crisis es importante contactar a la persona para saber cómo ha sido su proceso. Preguntarle si han habido avances o retrocesos y si precisa de ayuda.
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Etapas de una crisis emocional
De acuerdo a la investigación de José Luis González de Rivera (2001) sobre la psicoterapia de las crisis, se pueden establecer cuatro fases en una crisis emocional:
Primera etapa: Shock o Impacto agudo
Algo ocurre, generalmente de manera súbita, que hace que la persona se vea afectada profundamente, sin poder evitarlo ni superarlo de la manera habitual en que hace frente a otros problemas. Al estrés propio de la situación, se le suman la sensación de confusión, impotencia, desamparo y desvalimiento. Se producen estados de ansiedad, irritabilidad y manifestaciones psicosomáticas.
Segunda fase: Desorganización Crítica
Cuando todas las estrategias que la persona utiliza habitualmente para el afrontamiento y resolución de problemas fallan, la tensión emocional aumenta. En este estado, suelen producirse diversas acciones con la finalidad de escapar de la situación o descargar tensión acumulada. Se pueden producir conductas psicopáticas o «fuera de carácter», diversos tipos y grados de abuso de sustancias tóxicas, conductas autodestructivas y episodios emocionales bruscos. Ante la insuficiencia de los recursos personales para afrontar la situación se manifiestan sentimientos de indefensión y fracaso.
Tercera fase: Resolución
En el desarrollo típico de una crisis, los primeros intentos de contraataque suelen fallar y el individuo continúa sintiendo una creciente presión interna por hallar una solución. La urgencia de la situación puede estimular su creatividad, haciendo que descubra nuevas
estrategias de afrontamiento, o bien, puede encontrar nuevas fuentes de ayuda, como asistencia profesional. Esta fase se considera el núcleo central de la crisis emocional, en la que se toma una decisión. Se puede intentar buscar una salida a través de la creación de nuevos recursos personales, o, por el contrario, se pueden producir mecanismos maladaptativos de evitación y retraimiento.
Cuarta fase: Retirada final
Si la crisis no se resuelve en las fases anteriores, se llega a la fase final. La retirada puede ser total (como en los casos de suicidio), o parcial (como a través de una desorganización psicótica o de un cambio radical de entorno).
Tomar acciones frente a una crisis emocional
Es importante entender que la única manera de evitar que una crisis emocional finalice con un desenlace crítico, como es el caso de un suicidio, se debe asistir a la persona en crisis. La prevención temprana y un acompañamiento adecuado resultan ideales.
Los profesionales de la salud mental buscarán establecer un plan de crisis para brindarle a la persona alternativas de acción y soluciones prácticas ante eventos estresantes.
Si estás atravesando una situación de crisis emocional o conocés a alguien que pueda necesitar ayuda, contáctanos a nuestro servicio de Psicólogos Urgente
Referencias
Psicoterapia de la crisis de José Luis Gonzáles de Rivera y Revuelta
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